La ‘niña de luto’ una vez más

A algunos lectores les ha molestado el contenido de las perlas del pasado lunes, a propósito de ese tema, tan intrascendente, como es el de los parecidos infantiles. No tienen razón. Quienes a los suyos se parecen, honra merecen. Sean guapos o feos. Pienso que los recién nacidos no se parecen a nadie y sí todos entre ellos. Pasado el tiempo, vemos rasgos similares a los de mamá, de papá, de la abuela, del tío o de la tía.

Por lo general, los que de niños son muy guapos, conforme van creciendo no lo son tanto. Ejemplo: el Príncipe Felipe, que, de niño, era guapísimo. De mayor, bastante menos. A otros les sucede a la inversa. Cuando nací, mi madre estuvo mucho tiempo sin enseñarme. Cayó en la subnormalidad más profunda avergonzada de haber parido un bebé tan feo. Sólo cabeza y orejas. Pasados los años, dejé de ser el monstruito que era para convertirme en un niño como los demás. Parecido a mi padre y a mi madre, que no estaban nada mal.

Hoy, Froilán es un niño guapo como su prima Irene. Sofía no lo es tanto. La Infanta Elena, por quien siento una especial debilidad, se ha convertido en la más borbona de la familia, con la vis cómica más divertida del mundo. Vale más que las guaperas que, con los años, se transforman o desaparecen.

A propósito de Letizia, una vez más, y van ya no sé cuántos funerales, creo que más de 20 en estos nueve años de princesa consorte, ha sido, desgraciadamente, la niña de luto, exteriorizando todo el sufrimiento por la tragedia del tren de Galicia.

¿Quién dijo que los royals no pueden manifestar sus sentimientos públicamente, como hizo ella, abrazando el dolor desde su dolor?

No olvidemos que las lágrimas de la Reina Sofía, en el entierro de su suegro, el conde de Barcelona, hicieron que media España llorara con ella y la otra mitad se contuviera.

Sólo un pero en lo referente a la impecable vestimenta de Letizia en el funeral de la catedral de Santiago: cuando se va de luto, no basta que el vestido sea negro. También las medias. La Infanta Elena las llevaba. Es como si el Príncipe, que iba de negro, hubiera llevado una corbata de color. Traje y corbata, vestido y medias negras, así como todos los complementos.